Por Guillermo Crampet Arbiza.

Tengo una sensación de vacío. Siento compartir un Paso de los Toros triste y cargado de necesidades. Además de una sociedad dividida por un proyecto que para algunos es entregar la historia de un pueblo histórico y sacrificar la naturaleza por unos pocos; mientras que para otros se trata de un nuevo intento de crecimiento, o al menos la posibilidad de tener una economía más dinámica por los algunos años.

Lo cierto es que por muchos años disfruté de una ciudad que ha sido diseñada para grandes emprendimientos y ser el centro de conexiones de un país de mucho potencial comercial.

Pero es cierto que las calles amplias, de la que todos hablan, muchas veces están vacías. Que los emprendimientos tienden a no progresar y que los jóvenes, los que pueden, se marchan en busca de una capacitación que les permita tener progreso. Los que se quedan no encuentran buenas opciones de trabajo y hay pocas herramientas de capacitación. También quedan los veteranos, muchos con miedo por la inseguridad que se asoma y los hechos consecutivos que llevaron a una marcha que nunca antes había tenido la oportunidad de ver. ¡Los comercios tienen rejas!

Sin embargo, he visto mucha gente con ganas de emprender e intentar. Gente con ideas que buscan alternativas pero parecen difíciles de encontrar en una ciudad empozada. También he escuchado a algunos dispuestos a ayudar y a otros molestos por ser ignorados.

Creo que no es el mismo Paso de los Toros que miraba de chico o quizás mis ojos están viendo otra realidad. ¿Será un problema local o nacional? ¿Pasa en otros pueblos? Dicen que cuando uno crece va desarrollando un sentido de comprensión que permite hacer un mejor análisis de la realidad. Y capaz eso me provoca el vacío al ver mi ciudad.