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Protesta en Melo por ataques de perros sueltos: productores exhibieron ovinos muertos y heridos

Foto: Pedro Scremmini

Un grupo de productores de Cerro Largo se movilizó este miércoles en Melo, la capital departamental, exhibiendo en una de sus plazas ovinos muertos y otros heridos debido a ataques de perros, en un nuevo ejemplo de una adversidad cada vez más frecuente, según denuncian distintos ovinocultores.

En los últimos 15 días los perros le mataron 18 ovejas preñadas al productor Pedro Scremini. Si se tiene en cuenta los ataques sucedidos en los últimos dos meses, ese número se eleva a 26.

Scremini comentó a El Observador que, ante la falta de solución a esta problemática, un grupo de ovejeros de esa zona del país se movilizaron en la plaza Constitución de la ciudad de Melo, mostrando ovejas muertas y otras heridas para denunciar un problema que azota diariamente al sector.

Expertos en el rubro sostienen que es, incluso, uno de los factores que ha generado una sensible caída en el stock lanar: en 2018 se reportó la existencia de 6.334.100 cabezas, es decir 227.400 menos que un año antes, en un país de gran cultura ovejera, que llegó a tener una majada de 26 millones de cabezas al inicio de la década de 1990.

Según comentó, desesperado por este perjuicio, Scremini llegó a poner a modo de señuelo vivo a ovejas de menor valor comercial, para que los perros al atacar accedan a esos animales y no maten ovejas de mayor valor, por ejemplo las preñadas. Empezó dejando cinco señuelos y a la mañana siguiente tres aparecieron muertos. La última vez dejó 15, pero los perros siguen atacando y nadie hace nada al respecto, lamentó.

Se pensó en hacer la protesta el día de las elecciones. A mediados de junio, en una noche los predadores le mataron 10 ovejas que estaban prontas para hacerles ecografía. Fue un golpe duro para el productor, sumado a otro que hubo un mes antes, cuando las víctimas fueron lanares de pedigrí.

En ese momento decidió sacar a los animales de ese campo –ubicado a cuatro kilómetros de Fraile Muerto y a 40 de Melo– y puso ocho ovejas de señuelo para que los perros maten a esas y nos a las de cría. Y el domingo 30 de junio aparecieron cinco de esos ovinos muertos.

“Entonces me llamó un amigo, Vinicio Mazzei, y me dijo: ‘vamos a Melo para hacer ruido’. Él quería ir el día de las elecciones, pero le dije que no”, narró en diálogo con El Observador.

Sin embargo, un par de días después –el miércoles 3– su opinión fue otra porque encontró más ovejas muertas en el campo: dos de los tres señuelos que quedaban estaban agonizando debido al ataque y el productor decidió sacrificarlas. Pero el daño no paró ahí, sino que los perros se trasladaron a otra pradera y lastimaron a una borrega preñada de mellizos por ecografía, a la que también sacrificó, dada la gravedad de las heridas.

Frente a ese escándalo, Scremini volvió a llamar a su amigo, quien le dijo: “Venite para Melo que vamos a hacer ruido”.

“Esto sucedió a la 1 de la tarde, a las 15:30 estábamos en Melo, en frente a la Voz de Melo (radio de la ciudad ubicada en la plaza Constitución) e hicimos ruido”, comentó.

Ese día Julio Pintos, gerente de la Comisión de Tenencia Responsable y Bienestar Animal (Cotryba), que casualmente estaba en Melo, los atendió, pero fue poco lo que pudo decir para calmar a los productores.

«La Cotryba no sirve para nada». “La Cotryba no sirve para nada porque ponen un chipeado obligatorio, pero no lo fiscalizan y, por lo tanto, termina siendo un chipeado voluntario que nadie controla. No tiene sentido. Tampoco tienen previsto qué van a hacer con los perros que no tienen chip. La Cotryba no existe, es una verguenza”, aseveró Scremini.

Desde su punto de vista, se debería empezar a trabajar en la fiscalización obligatoria del chipeado de perros. En el caso que se encuentre uno en la calle o matando ovejas, si tiene el chip, se identificará al propietario y se tomarán las medidas necesarias con el dueño responsable. Pero si ese perro no tiene chip hay que recogerlo y llevarlo a un refugio, que debe ser responsabilidad del gobierno.

A los balazos, como en el Far West. “Los gobiernos nacionales o departamentales nos tienen que cuidar a todos. Es trabajo y deber de ellos. No puede ser que andemos cuidando perros de noche a los balazos como si fuera el Far West. Es increíble”, confesó.

A pesar de que hizo las denuncias en todos los casos, aseguró que la Policía no puede hacer nada. “No tienen ni camionetas para venir. Yo les digo: ‘usted solucione sus problemas que yo me las arreglo’”, lamentó.

Sin embargo, Scremini confesó que es muy poco lo que está en sus manos para solucionar este problema porque los predadores aparecen de noche y no los pueden atrapar.

Como no puede encontrar a los perros, decidió aumentar los señuelos.

“Dejé 15 bichos para que se entretengan ahí y no me vayan a matar a las majadas de cría”, informó.

Desde su punto de vista, estos perros no pertenecen a cazadores ni son salvajes, sino que son “claramente” del pueblo, porque el campo está a un kilómetro en línea recta de Fraile Muerto. Además, aseguró que no es zona de cazadores, por lo que los perros no tienen ese origen.

“En esto estamos a la buena de Dios. Nadie nos protege. No es como en el abigeato que, por lo menos, está el Ministerio del Interior. Acá no tenemos ni un mecanismo. Nada. Los perros los tiene que solucionar el productor, o sea que vivimos en el Lejano Oeste. Arreglate como puedas”, concluyó.

Fuente: El Observador