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Escrito sobre «Pulga» Bálsamo: El ejercicio de la Perseverancia

Foto: Seba Maya

Sobre el ejercicio de la Perseverancia.
por Eloísa

«…y entonces, por sus venas en vez de correr sangre, corría sol.»
Fernán Silva Valdés
Poeta nativista uruguayo (1887 – 1975)

El pasado nos va dejando historia. Mil historias. Millones de historias conjugadas.

Se llama Séptimo y su apellido es Bálsamo, pero quizá no interesa porque a él le dicen «Pulga».

Pulga lleva 60 años juntando los fragmentos de la dignidad indígena en nuestro país. Empezó a los 15 con su padre y desde entonces busca piezas y misterios y piedras con memoria.

Sobre los indios el Pulga Sabe de su cultura y costumbres, de sus matanzas. Ha encontrado en sus trayectos puntas de lanzas y rompecabezas, flechas, cuencos y boleadoras.

Los arenales del Río Negro son el escenario óptimo para sus largas caminatas donde solo el viento es confidente en sus barullos. Van todos los fines de semana si no llueve porque el cree que es «el mejor tiempo para caminar».

Rastrillan sobre arenas, piedras y fósiles marinos que invitan a cuestionarse cómo llegaron ahí. Tiene piezas de 4000 años de edad. Piezas que el río, el viento, la erosión o el tiempo pudieron haber sepultado pero no lo hicieron.

Salían juntos con el Chito Aizpún, su amigo de la vida. El recorrido de la memoria es un viaje extenso que obtiene recompensas y ambos tienen hoy en sus casas, una colección personal que supera las más de 1300 piezas cada una.

Al Pulga se lo ve contento. Siempre dispuesto, feliz, apasionado, siempre entusiasmado. Un juntador de recuerdos que aprovecha la conversación para contagiar ese entusiasmo. Le gusta el cine ruso el cual disfruta cuando puede. Su esposa Miriam, mujer servicial de mil virtudes, cocina para todos desde muy temprano. Voluntad y decisión ya poco vistas hoy por hoy.

Sus hijos crecieron así, también juntando cosas y aprendiendo algo. En su carpintería estaba el Robert, el mayor, testigo y compañero de salidas en chalana, silencios y palabras justas. Comparten relación de padre e hijo y los oficios. El del trabajo con madera y el de salir a buscar… mientras en el taller su perra «Landa» llama la atención salpicada de virutas.

De cada pieza, el Pulga te hace un cuento o una anécdota y ríe un poco a carcajadas mientras se inclina para atrás. Sus manos toman el objeto con cariño y lo confía celoso de entregarlo al análisis de cualquier persona que no valore de igual forma su tesoro.

A veces van los niños de alguna escuela de la zona, pero solo a veces. Tal obra maestra de minucioso trabajo que ha llevado décadas, a veces no se toma en cuenta para la perpetuación de la historia a futuras generaciones y para la construcción de identidad.

En Uruguay vivieron indios de distintas etnias. Que haya personas que se dediquen a reconstruir el pasado con tal pasión y fundamental paciencia, nos regala la esperanza de que el olvido no llegue sobre nuestros antepasados y que los futuros hombres y mujeres pueden conocer sus raíces.

Este legado es fiel riqueza que debería pasarse entre generaciones, cual ejercicio constante para dar valor a la perseverancia. La responsabilidad debería reposar sobre padres hacia sus hijos primeramente y en conjunto, de educadores a educandos.

La poesía, el arte, las preguntas, los objetos de la arqueología, el lenguaje, las pasiones, las canciones, las piedras esculpidas grises, negras y marrones, las orillas, los ojos del benteveo con vincha, las milanesas «para el viaje», las narraciones hilvanadas, el torno en la madera, la chalana que se va, la flecha, el cuenco, el viento, la familia. Los museos que se fueron construyendo con los pedazos de historias caminadas.

En Paso de los Toros (Tacuarembó) se puede visitar el Museo «Santa Isabel» y agradecer luego a la vida por haber conocido al Pulga. También colecciona monedas y billetes.