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“Cambiemos”: palabra gastada, concepto necesario

Por Lucas Rivero | Opinión Ciudadana

Este breve escrito se titula con el nombre de la campaña que llevó al gobierno al actual presidente argentino, Mauricio Macri. La ilusión, la algarabía, la esperanza que este candidato produjo en su competencia política, como en su primeros tiempos a cargo del gobierno, rápidamente se esfumaron ante los magros resultados obtenidos, principalmente en materia económica.

Sin ser la idea el mirar a nuestros vecinos, y menos hacer un análisis de su situación actual; lo real es que en política la palabra cambiar, renovar, esperanza, lamentablemente son términos que han sufrido un tremendo desgaste. Obviamente que podría haber comenzado esta nota dando ejemplos locales, pero no el objetivo no es herir sensibilidades ni entrar en debates que no llevan a nada.

Sí quiero destacar, sin ser extenso, lo necesario y saludable que es el cambiar, el renovar, siempre hablando de lugares de gobierno. Yendo al punto, cuando hablo de renovación y de cambio, me refiero a lo saludable como necesario que surjan nuevas figuras en el espectro político, nuevas personas, principalmente de aquellas que no hayan sido parte de este ámbito. Personas que vengan con frescura, con ganas, ya que quien se piensa inamovible, en la mayoría de las ocasiones se vuelve apático, descansado, sin ideas nuevas, ya que el “sistema” lo ha amoldado.

Esto se da en todos los órdenes de la vida, no solo en la política, no solo en el gobierno. Son minoría los que mantienen un ánimo renovado y frescura de ideas en lo que hacen creyéndose insustituibles. Esto pasa desde el matrimonio, hasta cualquier emprendimiento.

Y mirando nuestro entorno político, no podemos decir que haya una verdadera renovación. Y cuando esto pasa, es cuando florecen las malas costumbres, esas que nos afectan a todos. Como el agua estancada, como el aire no renovado, lo mismo pasa aquí.

¿Y quiénes tenemos el poder y deber de generar este cambio? Nosotros, los ciudadanos. En primer lugar, animándonos a ser parte, a involucrarnos, ya que los cargos electivos no son propiedad de una élite de iluminados. Estamos en una república democrática, no en una monarquía. Por lo tanto, debemos animarnos a ser parte activa de la vida política partidaria de nuestra nación. Y en segundo lugar, tenemos la herramienta de nuestro voto, con el cual podemos impulsar esa sana renovación, que no es solo de ideas y menos de frases rimbombantes, sino de personas, ya que al fin y al cabo son las personas, con sus valores y visión de vida, que toman las decisiones y ejercen el poder.

No debemos hacer creer al actor político que es inamovible, más bien, debemos mantenerlos desafiados, atentos, queriendo hacer lo mejor. Esta será una verdadera forma de que esas frases lindas sean más que eso.